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URBANISMO Y CIUDAD A LA LUZ DEL
PENSAMIENTO FILOSÓFICO
Por Juan Carlos
Mansur
El hombre tiene un deseo natural de reunirse, ya sea por
gusto o por conveniencia, los seres humanos nos apropiamos del espacio donde
nos agrupamos y realizamos nuestras actividades cotidianas. Las agrupaciones
más complejas que hemos diseñado tienen el nombre de ciudades, pero ¿qué es una
ciudad? ¿Qué la conforma y cuál es su finalidad? El presente escrito busca
reflexionar sobre el papel de la Filosofía para esclarecer el papel del
Urbanismo y la Arquitectura en el desarrollo y configuración de las ciudades.
Son numerosos los filósofos que han reflexionado sobre la
ciudad. Desde el Renacimiento hay una fuerte conciencia sobre la Arquitectura y
el Urbanismo, en la época contemporánea han salido a la luz las reflexiones de
Heidegger, Zubiri, López Quintás, Ortega y Gasset entre otros. Para este
escrito se expondrá como línea medular el pensamiento de López Quintás sobre la
arquitectura y el urbanismo.
La expresión ciudad viene del lat. civĭtas, -ātis, y es
definida por la Real Academia de la Lengua Española como el “Conjunto de
edificios y calles, regidos por un ayuntamiento, cuya población densa y
numerosa se dedica por lo común a actividades no agrícolas”.
[1] Desde la óptica de la Filosofía habría
que decir que esta definición no termina de definir la esencia de la ciudad,
pues el origen de las ciudades no se explica del todo si únicamente atendemos a
los elementos materiales que la componen, lo mismo que si nos fijamos
únicamente en los acontecimientos históricos que las generaron, ni las actividades
que ahí se realizan ¿Cuántas veces no vemos arreglos urbanos, instalación de
puentes, semáforos, edificios, plazas, mercados, etc. que no ayudan al
funcionamiento de la ciudad sino que no ayudan a sus habitantes, y obstruyen el
funcionamiento y el sentido de vida de la comunidad? No es la materia la que
conforma la ciudad, sino su forma y quien la informa, así, para entender que
son las ciudades habría que ir primero al hombre que es quien las construye y
quien las habita, pues “El hombre es en su más profunda esencia, un constructor
de ciudades”.
[2]
Habitar desde la óptica de los Ambitos
El principio fundamental de la ciudad es que toda
ciudad quiere ser habitable, las ciudades ayudan a que el hombre pueda –de
alguna manera-, vivir y habitar el espacio ¿Pero qué es habitar? Para dar
luces a esta pregunta, es necesario penetrar a ella desde la Filosofía y un
método que ha ayudado a numerosos filósofos a esclarecer esta pregunta es a
partir de la hermenéutica. La hermenéutica como ciencia de la interpretación,
busca comprender la realidad más allá de la percepción sensible, así como de
los aspectos “objetivos” y “materiales” que describen las ciencias duras, pues
esta descripción, aunque útil, nos ofrece una realidad claramente delimitada,
perfectamente configurada, mensurable, pero que muchas veces resulta
insuficiente para explicar la realidad por explicar los eventos desde una
espacio-temporalidad que resulta precaria para la totalidad de la existencia
del hombre. El filósofo Alfonso López Quintás propone hablar de “ámbitos”, para
hablar de una realidad que va más allá de la mera descripción material de las
cosas y que permiten comprender la realidad como algo dinámico, abierto, que
implica la interrelación con otras realidades, lo que da por resultado una
realidad nueva, irreductible, originaria, “El ámbito no es nunca algo estático,
sino el resultado bullente y firme a la vez de una confluencia de elementos”.
[3] Por esta razón, el ámbito no lo conforman
objetos medibles, de hecho para que se manifieste un ámbito y surja el
encuentro que permite la realidad ambital, es necesario desprenderse de la
visión objetiva y material de las cosas.
(LÁMINA 1 RESTIRADOR, METRO, REGLA T, ESCUADRA)
Desde este sentido es comprensible que el filósofo
cuestione la misma existencia física del espacio y del tiempo como única
explicación de la realidad y afirme que además del tiempo y espacio de la
Física y la Geometría, existe la percepción que tenemos de ellos, un espacio
físico reducido, por ejemplo, puede generarnos cobijo y seguridad si estamos
resguardados por un ser amado, o puede ser vivido como algo angustiante y que
amedrenta si estamos siendo asaltados o somos secuestrados,
[4] el espacio percibido es amplio y libre en
un caso y en el otro es reducido y amenazante en el otro. De la misma manera,
hay recintos a los que asistimos por primera vez que nos pueden resultar fríos
y ajenos, y que en la medida en que nos compenetramos con ellos nos resultan
cada vez más familiares, nuestra vivencia espacial no la dicta propiamente el
espacio objetivo, cuanto la vivencia con que nos relacionamos con él.
De la misma manera que el hombre describe el entorno desde
sus vivencias y subjetividad, también describe sus propios estados anímicos
desde un lenguaje espacio temporal, expresiones como “tener lugar en una
reunión”, “tener puesto en una asamblea”, “estar distante”, expresa el estado
de vida del sujeto y no se refieren a las dimensiones del espacio propiamente,
sino que implican una actividad viva del hombre dentro de él. Estas referencias
existenciales del ser humano se traducen en términos espaciales, aunque en el
fondo son ambitales, como por ejemplo, hablar de nuestro “horizonte” de acción,
de nuestra vida “interior”, de la “profundidad” de un pensamiento o de “la
amplitud” de nuestros pensamientos, términos espaciales que hacen referencia a
realidades espirituales.
Visión material del espacio y visión ambital
Contrario a la visión material del espacio y tiempo, la
hermenéutica nos permite comprender que el hombre en su condición de ser
inteligente, no vive la realidad desde la visión mecánica de
estímulos-respuestas, sino que puede reaccionar de diversas maneras a un mismo
estímulo. La realidad no es entonces, un estímulo directo, sino que es
“estimulante” para dar respuestas, es ese “campo abierto a una acción posible,
campo de posibilidades”,
[5] que para nuestra comprensión de la
Arquitectura y el Urbanismo se traduce en que “Lo que delimita la obra no es
una realidad externa a la misma, sino su dinamismo interno, el despliegue de
energía que la constituye en lo que es al conferirle una interna autosuficiente
unidad”.
[6]
Lo anterior nos permite comprender por qué el espacio
físico, la realidad “objetiva” es inerte si no hay una voluntad humana que lo
conquiste creativamente, pues “El hombre no vive estáticamente, pasivamente, en
un espacio; se inserta activamente en un ámbito, configurándolo y tensionándolo
con todo el dramatismo de su existencia. Sólo conformando ámbitos y confiriendo
sentido al entorno puede el hombre dar la necesaria ordenación a su vida.”
[7] Dicho con otras palabras, el ser humano
vive el espacio y el tiempo, no únicamente como realidades físicas, sino como
realidades ambitales que le permiten desarrollarse en toda su plenitud, cuando
lo puede hacer de forma activa, tal como lo expresa López Quintás en la
siguiente cita:
“cuando se dice que el hombre desarrolla su vida
<
> el espacio, conviene apresurarse a cargar esta expresión de
todo su valor positivo y dinámico pues, como se ha dicho, el espacio no es para
el hombre un mero continente estático y rígido en sus acciones, sino el
resultado de su actividad configuradora del entorno, de aquí la necesidad de no
hablar únicamente de espacios físicos en la Arquitectura y el Urbanismo, cuanto
comprenderlos desde los ámbitos, pues la vida del ser humano consiste
precisamente en ir tejiendo paulatinamente el entramado de ámbitos que
constituyen su razón de ser y el clima en que florece su libertad.”[8]
(LÁMINA 2 espacio de nieve sólo. Espacio de nieve con
esquiador; espacio de desierto sólo, espacio de desierto con gente; Río o bahía
sola sin gente, bahía o río pero con una casa, un puente… o una ciudad en una
bahía).
El ‘encuentro’ con el entorno nos vuelve personas y
le da sentido a nuestra vida
La realidad se nos presenta más claramente como un
ámbito cuando logramos desarrollar nuestra energía vital en el entorno en el
que nos desarrollamos. Algunos filósofos han destacado que esta vivencia
creativa del espacio es un “encuentro”, refiriéndose con esto, no a la vecindad
física entre dos o más seres, sino al fruto como conquista de todo acto
creador, “El encuentro, lejos de reducirse a mero choque, es un contacto creador
a nivel de autenticidad esencial, por eso exige respeto a las condiciones
propias de los que en él desempeñan un papel.”
[9] El encuentro se da cuando el hombre se
halla frente a realidades que por ser valiosas, suscitan una actitud de
reverencia y colaboración. Al respecto, Romano Guardini menciona que el
encuentro se da a condición de que el hombre se manifieste con toda su
vitalidad, esto es, de que sea originaria su relación al mundo, hay encuentro
cuando hay vitalidad, es decir, un poder de abrirse al enigma, siempre nuevo,
de las realidades originarias, irremplazables, dotadas de un cierto grado de
personalidad.
[10]
Este encuentro atraerá poderosamente al ser humano a
realizar actividades, sin anular su libertad, sino por el contrario, haciéndola
posible en todos los ámbitos de la actividad humana –conocer, sentir, querer-,
pues el hombre que está alerta ante estos ‘encuentros’ se siente invadido por
diversas realidades que reclaman su colaboración para fundar en común ámbitos
de vida,
[11] “He aquí el fenómeno decisivo de
<
> (Ficthe) ir al paso de lo que nos viene al encuentro,
ganar la libertad al ser dominados por algo que, viniendo de fuera, puede
sernos más íntimo que nuestra propia intimidad.”[12]
Este encuentro es el que “hace que el mundo se transforme y
se vuelva simbólico, o como dice López Quintás, esta es la importancia de la
apertura a los fenómenos originarios, cargados de simbolismo –como la luz, el
brotar de las fuentes, el crecer de las plantas-, pues tal encuentro con lo
natural valioso y profundo es origen eterno de la más pura poesía”.
[13] De aquí que bajo esta óptica todo hombre
es un poeta, en el sentido de creador, lo cual nos permite traer a colación a
Bachelard, cuando habla de la transformación de los elementos agua, aire,
tierra, fuego, en elementos simbólicos. Estos elementos físicos se pueden
transformar en ámbitos, “Pese al poder envarante de la rutina, todo acto humano
auténtico es un acto de creación”,
[14] por eso dice López Quintás que hay
dos cosas que se dan ente el yo y el tú, la palabra y el amor, siguiendo a F.
Ebener. Nótese que en una ciudad donde se puede dar una rutina, es posible
generar espacios de autenticidad y creatividad del ser humano: pregunta capital
para el arquitecto y el urbanista ¿cómo hacer espacios de ámbito, poéticos que
saquen al hombre de la rutina?
Este encuentro del ser es “inmergirse en el área magnética
de este campo con ánimo no de perderse y renunciar a su propia responsabilidad
creadora, sino de asumirla y desplegarla por rutas fecundas de colaboración.”
[15] Este poder creativo que tenemos los
hombres de transformar el espacio físico en “ámbitos”, es lo que permite
que se humanice el ser humano, que se constituya persona, en la cual mediante
su razón y libertad, no está como un objeto más frente a las cosas, sino que se
abre a la realidad en tanto que es una persona: “Al estar abierta a la
realidad, a toda la realidad y, por tanto, a la propia, la realidad humana se
conoce como real y se apropia de su realidad y la realidad del entorno,
constituyéndose así en persona.”
[16]
Nuevamente vemos que el
encuentro y la manifestación
de los ámbitos se da a condición de que no los veamos como objetos sino como
ámbitos, pues “Sólo la interferencia de realidades ambitales da lugar a un
encuentro, y sólo el acontecimiento de encuentro es fuente de luz y de
belleza.”
[17]
El artista será entonces, esa personalidad que esté abierta
al encuentro con el entorno y a generar obras que susciten el encuentro, “Es
artista quien sabe
encontrarse sobrecogedoramente con lo que las cosas
del entorno tienen de valioso y acierta a captar la irradiación del sentido
inmerso en su ser, su poder de fundar una especie de presencia irradiante, tan
discreta como imponente.”
[18]. Se trata de un nivel creador en el que
se respeta la vivencia personal de sus individuos, algo que debe tomar en
cuenta el arquitecto y el urbanista, pues si no edifica desde la visión del
“encuentro” y lo reduce todo a una dimensión objetiva y funcional puede caer en
el utilitarismo y la manipulación, lo cual hace imposible la generación de
ámbitos creativos, por vía del encuentro y la Arquitectura y el Urbanismo
tienen que fundar encuentros, espacios en los que los hombres sean vitales y su
relación con el mundo sea original. El Arquitecto y el Urbanista, tendrán la
tarea de generar encuentros en los que irradie el sentido de la vida y las
cosas que la envuelven, teniendo presente que el sentido no se da de las cosas
al sujeto, el hombre debe vivir creativamente su entorno para que alumbre el
sentido en el mundo y se logre vivir en comunión de sentido con las cosas,
“…Tal sentido debe ser captado y revivido por el hombre que habita un espacio
si éste ha de ser en rigor “habitable” y producir equilibrio y sensación de
paz, sin provocar un relajamiento disolvente del ánimo.”
[19]
Pensemos en el caso de ciudades mal planeadas, donde sus
construcciones y avenidas, su carencia de espacios públicos generan asfixia y
no-encuentro
del hombre con el entorno ni con otros hombres, es decir, son ciudades que no
dan posibilidad de campo ni de acción, puntos sobre los que reflexiona
ampliamente Jan Gehl en su obra
La humanización de los espacios urbanos,
en que considera que los arquitectos y los urbanistas pueden influir en las
posibilidades de encontrar, ver y oír a la gente, posibilidades que conllevan
una cualidad en sí mismas y llegan a ser importantes como telón de fondo y
punto de partida de otras formas de contacto.”
[20] (VERIFICAR CITA)
De la misma manera, se puede pensar que cuando la
arquitectura no permite o dificulta y restringe la personalidad del hombre,
reduce su capacidad y dignidad como persona. Esta es la crítica de hace
Foucault sobre las cárceles en su obra Vigilar y Castigar. En la que
hace una crítica al Panóptico de Bentham, una construcción en la cual se podía
vigilar desde todos los puntos a los habitantes de un recinto, con lo cual se
inhiben sus potencias humanas.
(Lámina 5 Fotografía del Panóptico de Bentham)
(LAMINA 3 Fotografía de alguna obra de Land Art)
El encuentro permite la conformación de la persona,
pues como afirma López Quintás, “La persona humana se va configurando como
personalidad al apropiarse las posibilidades que le ofrece la realidad circunstante
merced a la condición que ésta posee de ofrecer un sentido al hombre y
presentarse al mismo en forma de instancias y recursos.”
[21] Esta afirmación nos permite comprender
cómo los espacios arquitectónicos son vehículos para hacer del hombre una
persona, pues ellos están dotados de sentido o pueden ofrecer sentido al
hombre. Cuando surge un encuentro positivo del hombre con su entorno, se
desatan las fuerzas creadoras del hombre y el ámbito se apodera de él, al
tiempo que él se los apropia de él creativamente.
[22] Esta capacidad que tiene el entorno de
hacernos personas va más allá aún, permite que haya un sentido en la vida del
hombre.
[23] Por esto podemos decir que los espacios
dotan de sentido la vida del hombre.
[24] ¿Pero de dónde viene este sentido para
el hombre? No viene del hombre ni del mundo de forma aislada, sino de su
encuentro entre ambos.
[25] Al ser ésta una realidad abierta a todo
género de colaboración, es que el hombre es comunitario, social e histórico.
(Lámina 4 fotografía de parque de diversiones, fotografía de
casa, fotografía de plaza en la ciudad)
(LÁMINA 6: fotografía de la iglesia Roy Champs de Le
Corbusier).
En su obra lo sagrado y lo profano Mircea Eliade
ejemplifica cómo el espacio no es una realidad física, ajena y aislada del
individuo, sino que está cargado de sentido para el hombre. Esta afirmación le
permite hablar del espacio sacro y del espacio profano, dos realidades muy
distintas en la vida del hombre que no pueden ser explicadas desde la ciencia
exacta, sino que deben ser entendidas desde la fenomenología, método filosófico
que nos permite comprender todos esos aspectos de la realidad que no se dejan
atrapar por los métodos científicos, tal como son las realidades éticas,
religiosas y estéticas. Así, nos comenta Eliade, que el espacio sacro surge por
una hierofanía o manifestación que cambia la dimensión del espacio en la vida
de los hombres, y aun cuando el espacio sea igual en su dimensión física, en la
dimensión humana, los espacios se dividen y distinguen.
(LÁMINA 7: fotografías de “La Meca”, “el
Vaticano”, Jerusalém”, “La llegada del águila a la gran Tenochtitlán”).
El espacio sagrado es aquel que marca un límite, que
da sentido, que crea un entorno y nos relaciona con el absoluto, no es igual a
ningún otro espacio, es único. En cambio el espacio profano, se vive como un
espacio que es igual a otros espacios, que no delimita ni marca especialmente
un eje de referencia existencial. Espacios sacros o que manifiestan una nueva
forma de realidad y eje referencial pueden ser lugares como La Meca, el
Vaticano, Jerusalém o la llegada del águila a la gran Tenochtitlán.
La fuerza simbólica que adquieren ciertos tiempos y espacios
es tal, que la pérdida de estas realidades constituyen la pérdida de un eje
referencial de vida, esto es, conduce a la pérdida de sentido e incluso a la
muerte, un ejemplo al respecto lo tenemos con el hecho histórico de los
indígenas Chiapanecos que en 1528, prefirieron suicidarse antes de vivir como
esclavos ante la dominación española.
(LAMINA 8. Fotografías de Chiapa de Corzo, Carlos V, y
si hay un cuadro de esta anécdota del suicidio colectivo)
El poema épico de Galileo Cruz Robles dice en unas
líneas: Es el Chiapa, su esposa y el producto de aquel amor que fue grande y
sincero y que al perder el último reducto se arrojan con valor al Sumidero! Y
mientras tanto, sigue el sacrificio de aquel grupo de héroes y bravos que
prefieren lanzarse al precipicio a la vergüenza de vivir de esclavos. Cuentan
que los pocos sobrevivientes chiapanecas de la numerosa población fueron
llevados a las orillas del río para fundar un nuevo pueblo: Chiapa de los Indios,
hoy conocido como Chiapa de Corzo, y sus descendientes son los chiapacorceños.
Esta famosa batalla quedó para siempre en el blasón de armas que el emperador
Carlos V concedió en 1535 a Chiapa de los Españoles, fundada en 1528 por el
conquistador Mazariesgos y que actualmente es San Cristóbal de las Casas. Por
existir estas dos ciudades coloniales, se derivó de Chiapa el plural “Chiapas”,
nombre actual del estado.
[26]
Este caso y otros similares nos permiten ahondar en la
comprensión de lo que son las ciudades, cómo ellas acogen al ser humano, le
permiten encontrar sentido y recrearlo, nos permiten comprender cómo gracias a
la ciudad se da el encuentro del hombre con su medio y cómo se forma como
persona gracias a este encuentro, pero también nos permite comprender, cómo
estos ámbitos se dan cuando el hombre asiste al “encuentro” con otras personas.
Esto es la respuesta a la pregunta, ¿la ciudad hace al hombre o el hombre hace
la ciudad? La respuesta está enraizada en la visión antropológica que tiene
López Quintás, “El hombre es hombre en cuanto ocupa un lugar determinado en el
entramado de las interrelaciones humanas,”
[27]
El ámbito no se “edifica”, sino que es una conquista
activa del ser humano
Los ámbitos permiten desarrollar las potencialidades
de la persona y la anulación de los mismos las disminuye. Esta afirmación nos
lleva al a pregunta ¿cómo se pueden desarrollar espacios que conformen
ámbitos?, ¿cómo es que los urbanistas y los arquitectos pueden conformar los
espacios físicos en ámbitos?
Volviendo a la perspectiva de la hermenéutica, hay que decir
que la generación de un ámbito no depende de la realidad física, cuanto del
hombre que lo gana y lo conquista mediante sus actos creativos, un ámbito acoge
a alguien cuando éste es fruto de un acto suyo de creación. Por esto, la
expresión “necesitar espacio” alude a la “necesidad de desplegar la existencia
a través de una línea ininterrumpida de creación de ámbitos”,
[28] así, “Cuando un pensador es sensible a
la dinámica de despliegue de la personalidad humana, concede ineludiblemente
gran importancia a la actividad creadora de ámbitos”, este despliegue de la personalidad
es el que da el valor pedagógico a la experiencia artística que “no es … sino
vivencia interna, rigurosamente creadora, del espacio y del tiempo”.
[29] El caso de la casa Savoy o la casa
Farnsworth resultan ejemplos paradigmáticos en la historia de la arquitectura,
en la que la formalidad estética de la obra arquitectónica descuidó la relación
del habitante y su espacio, estas casas terminaron por no ser habitadas por
resultar inhóspitas para sus habitantes, quienes nunca pudieron ‘conquistar’ y
compenetrarse con los espacios vividos.
Un espacio físico por sí mismo no garantiza la creación de
un ámbito, antes bien, es la vivencia de ese espacio lo que “genera” la
especialidad, pues esa vivencia creativa del espacio genera una libertad de
movimiento, que produce un ámbito, así el claro de bosque es un ámbito que se
puede vivir creativamente para hacer una fiesta y una sensación de libertad y
campo de acción es similar a la que se siente en las ciudades “al recorrer las
callejas estrechas y sinuosas de una ciudad antigua y desembocar en una plaza”,
[30]
(Lámina 11 foto de calles estrechas y sinuosas de una
ciudad antigua)
De aquí que las expresiones de ‘espacio vital’ no se
refieran a un aspecto físico que se pueda medir y calibrar, el término espacio
libre se usa tanto para un almacén o un autobús lo mismo que tiempo libre son
ámbitos de posibilidad que se abren en un entorno localizable y definido tanto
cuantitativa como cualitativamente, pero “Tener espacio vital no equivale a
encontrarse en franquía ante un mero vacío de cosas opacas, sino ante la
posibilidad concreta y precisa de fundar un campo de posibilidades.”,
[31] por esto hay que comprender el valor
antropológico del espacio y no pensarlo como una realidad física manipulable al
antojo del urbanista o del arquitecto. Los proyectos de vivienda multifamiliar,
pretendían resolver una necesidad física, pero no terminaron por resolver una
necesidad humana. Parecería que con lo expuesto se debe pensar que es el
hombre, el usuario, el habitante, el que debería conformar los espacios y
transformar el entorno físico,
[32] pero para esto es necesario que acepte
involucrarse o no con las cosas y despliegue en conjunción con ellas su
personalidad, por esto los “ámbitos” más que cosas, son realidades inasibles a
los sentidos.
[33] Bajo esta visión, las ciudades son
entidades que aunque ocupan un espacio y se desarrollan en un tiempo objetivos,
tienen su esencia en un espacio y tiempo no-geométrico, sino “ambital”.
Los ámbitos, el encuentro, el amparo y el habitar
Hemos dicho que el concepto de ámbito está vinculado
al concepto de encuentro, también se ha mencionado que estas realidades
permiten el desarrollo de las personas y la necesidad que tiene el hombre de
albergar experiencias de vida. Para lograr esta experiencia de vida es
necesario contar con espacios bien definidos,
[34] en este sentido el ámbito tiene una
delimitación precisa, pero no rígida ni restringida a un espacio físico.
Los espacios que son transformados en ámbitos y están bien
definidos dan poder y amparo, por esto se puede vincular la noción del ámbito a
la de amparo y a la de habitar.
[35]
Para comprender el habitar, hay que comenzar por comprender
lo que es vivir en un hogar, el cual no lo constituyen las paredes de una casa,
sino el
encuentro que generen las personas que vivan en ella, por esto,
es que es necesario decir que primero es el hogar, después la casa. En la casa
se está constantemente fundando el hogar, quien tiene el valor de una
interrelación firme, inquebrantable, perenne, invisible e inasible con los
sentidos humanos, y es este valor, el que le da valor a la casa, el que hace e
impulsa al hombre a construir su casa, su hogar. Al respecto afirma López
Quintás, “No es por ello, irrelevante que el hombre nazca en el seno de un
hogar, encarnación del ámbito primario en que el hombre se inserta al iniciar
su vida. Esta inserción es activa, ya que todo lo auténticamente humano debe
ser en alguna medida creado por el hombre, creado en colaboración, co-creado.
En las bases mismas de la vida humana se asienta la propensión a crear ámbitos
y convertir el habitar en una forma ineludible de existencia. El nómada no
tiene morada fija. Más, al errar de un lugar a otro en grupo compacto, practica
una forma de habitar móvil pero intenso.”
[36] Es por esto que hay que decir que “El
hombre habita en verdad cuando crea con los demás hombres y las realidades del
entorno relaciones de encuentro: ámbitos <
>,
moradas.[37] Asociado a la idea de habitar y de
morar, está la de amparo y la de arraigo, el amparo se da cuando el hombre “es
sujeto de una o más cualidades que le confieren domino sobre el entorno”,[38] lo contrario es estar a la intemperie,
desamparado y el arraigo, es el “establecimiento duradero en un lugar, que se
convierte así en centro de perspectiva, eje en torno al cual gira el mundo
ambiente”.[39]
Lo contrario a morada sería el desierto del que habla Saint
Exupery en Citadelle, la dispersión sin perspectiva.
Condición ambital de la vida humana en los espacios
Si el hombre convierte espacios en ámbitos, es porque
el hombre es un “ser que habita”. Esto es, que crea ámbitos de encuentro y
convivencia, no espacios acotados. No se podría decir que el espacio determina
al hombre pues “Cuando analizamos el ser humano sobre el transfondo del mundo
animal, observamos que en el hombre cada estímulo procedente del exterior no
provoca automáticamente una respuesta determinada; puede dar lugar a modos de
conducta muy diversos. Entre el estímulo y la respuesta se funda una especie de
campo de actuación libre y reflexiva.”
[40] De la misma manera, esta postura se
asocia a lo que se ha citado del pensamiento de Jan Gehl “Aunque el marco
físico no tiene una influencia directa en la calidad, el contenido y la
intensidad de contactos sociales, los arquitectos y los urbanistas pueden
influir en las posibilidades de encontrar, ver y oír a la gente, unas
posibilidades que conllevan una cualidad en sí mismas y llegan a ser importantes
como telón de fondo y punto de partida de otras formas de contacto.”
[41] Numerosos casos en la Arquitectura
pueden ejemplificar este fenómeno arquitectónico y su contraejemplo. En el
ciudad de México se ha querido limpiar el centro del ambulantaje, y aún cuando
construyen lugares alternos para que vendan sus mercancías, siempre regresan a
su sitio original, esto es, al primer cuadro de la ciudad, tal como lo hacían
sus antecesores más de 1500 años antes, como lo describe Bernal Díaz del
Castillo. El arquitecto puede influir algunas veces en el comportamiento de las
ciudades, pero no siempre. Un caso paradigmático de buena influencia fue las
Lomas y el Pedregal, los cuales fueron espacios construidos expresamente para
unidades habitacionales, los cuales operan aún al día de hoy, otro ejemplo
sería Central Park que creó un parque artificial y edificios a su alrededor con
lo cual se creó un espacio para ser habitado y vivido creativamente, siguiendo
la terminología de López Quintás, contrario a este ejemplo está la ciudad de
Brasilia o ciudad Satélite, que fueron creadas con un propósito de mantener el
orden y cierto comportamiento de sus ciudadanos, pero terminó por no obedecer
al plan original.
Por esto el hombre no se halla “depositado” como un objeto
en el entorno, sino que está inserto en él pero a distancia, a la distancia de
soberanía, dice López Quintás y que funda una capacidad de hacerse cargo de
cada situación y adoptar las actitudes correspondientes a los proyectos que él
forja para hacer su vida. Pensemos cómo hombres como Victor Frankl, quien
a pesar de que estuvo prisionero en un campo de concentración, esta prisión fue
para él un lugar de reflexión para encontrar sentido en la vida del hombre,
mientras otros vivieron eso como un lugar de pérdida de sentido, lo mismo San
Juan de la Cruz quien vivió encerrado en una celda y ahí tuvo parte de su
revelación mística.
Esto lo quiere relacionar López Quintás con la idea de Buber
y su personalismo: “el hombre no limita”, no se encierra en límites espacio
temporales, sino que abarca mucho campo, “tanto como el que ocupan los seres y
valores a los cuales está vinculado”.
[42] Esto nos hace comprender un poco más por
qué el ser humano es quien va creando espacios porque no tiene límites, y
nuestra actividad espacial no se reduce a uno o dos o diez metros, se extiende
a campos que trascienden frontera. Por eso quien vive en Cuba se siente
encerrado, porque tienen cancelado el valor de ser libres, son una comunidad a
la que le han cortado ideológicamente un ámbito y por eso viven encerrados en
un espacio abierto, soleado y de cara al océano.
El papel del arquitecto en la creación de ámbitos
Lo anterior nos permite avanzar en nuestra pregunta
por el habitar y cuál es la labor del arquitecto y urbanista, será generar el
espacio vivido, el cual es diferente del espacio físico: “El ‘espacio vivido’,
cuyo logro constituye la meta de toda labor arquitectónica y urbanística, se
distingue netamente del espacio físico por su carecer cualitativo y
heterogéneo, y por su ordenación en torno a un punto medular. De aquí se deriva
el alto valor antropológico de ciertas categorías y esquemas espaciales, tales
como dentro-fuera, arriba-abajo, interior-exterior, cuyo uso encierra grandes
posibilidades y abisales riesgos”.
[43] Espacio vivido no alude a una
experiencia subjetiva, “se trata de un espacio real visto en todo su dinamismo
como medio en que se desarrolla, a lo largo del tiempo, la vida humana con su
multiplicidad de vertientes y perspectivas”.
[44] Con espacio vital “se alude a la forma
integral de especialidad que adquiere el espacio al entrar en estrecha
vinculación con el tiempo tal como es vivido por un hombre entregado a la
acción sobre el entorno”,
[45] así, en el caso de una catedral o un
templo podemos decir que “No son lo decisivo las dimensiones física de un
templo, sino la proporción entre éstas y la vitalidad espiritual de la
comunidad orante”.
[46]
Si bien es cierto que el hombre no vive en espacios físicos
rígidos, sino que él es quien crea ámbitos desde sus potencias creativas y su
autonomía, también es cierto que es esencial al hombre el marcar límites y
definir el entorno, “precisamente porque el hombre carece de límites rígidos
necesita crear ámbitos y darles cuerpo a través de la técnica arquitectónica y
la ciencia jurídica.”
[47] Esta tarea corresponde al creador de
espacios, esto es, al arquitecto y al urbanista, quien debe comprender e
interpretar la forma como los habitantes ‘conquistan’ los espacios. Esto va
contra la tesis que sostiene que el hombre construye una casa porque quiere
refugiarse del frío o del intenso sol o de la lluvia, pues se hace casa porque
existe anteriormente un hogar, esto es, porque el hombre quiere fundar de forma
física el ámbito espiritual que ha construido, “…primero es la comunidad de los
fieles, después el templo. En el templo deben los fieles integrarse incesantemente
en comunidad orante. Primero es, asimismo, la tensión lúdica del hombre;
después, el campo deportivo. En el campo se pone en juego constantemente dicha
capacidad y urgencia lúdica, y se le da cuerpo. Primero es el entramado social
constituidos por los seres humanos. Después advienen las instituciones
políticas, que deben servir al pleno despliegue de la vida personal de los
ciudadanos.”
[48] punto con el que estaría de
acuerdo Morris en la
Historia de la forma urbana al criticar a Jane
Jacobs.
(Lámina 12 La Catedral de Rodin y La catedral de
Saint Denis o de Colonia)
Por esto López Quintás aclara que todos los espacios arquitectónicos,
son primordialmente “espacios lúdicos fundados por el hombre en su vida de
comunidad”.
[49] La comprensión de la arquitectura y del
urbanismo apoyada desde el pensamiento filosófico nos permite comprender cómo y
por qué es que las comunidades forman ciudades, “Los pueblos verdaderamente
creadores alzan sus edificios a instancias de sus necesidades espirituales”,
[50] afirma López Quintás, y para caso pone
la Alemania de la última postguerra que tenía un espíritu creador sorprendente,
con lo cual se comprende por qué “En cambio los pueblos que viven de préstamo
imitan a los países creadores en la erección de los edificios correspondientes
a las funciones culturales. Pero, faltos de impulso configurador, estos
inmuebles no ejercen en el país sino un papel meramente decorativo.”.
[51]
(Lámina 13 espacio arquitectónico como un Mall de
Santa Fe)
Esta es la
importancia que tiene que la reflexión arquitectónica y urbanística se funde en
una antropología, pues “La vida del hombre constituye una
<
>, una trama ambital, desde antes del alumbramiento.
Pensar, desear, sentir, amar, es <, fundar ámbitos,
abrir horizontes. Cada horizonte, cada ámbito, cada vínculo tiene su
plasmación concreta en un espacio arquitectónico o en una institución jurídica.
Estos hunden sus raíces en ese humus nutricio –tan rico como difícil de
expresar en conceptos claros- que es el mundo de interrelaciones humanas,
interrelaciones que cuajan en ámbitos. Y, como todo ámbito responde a una forma
originaria de encuentro, podemos sacar la importante conclusión de que en éste
se halla la razón de ser más honda de la Arquitectura y de la Ciencia
Jurídica”.[52]
Ámbito como conformador de unidad entre los hombres
El ámbito
genera una unidad con el entorno a condición de que el hombre viva
creativamente su espacio y que sea consciente el ámbito donde uno vive inserto.
Los hombres logran vivir en unidad gracias a los lazos “espirituales” que
tienden entre sí, o como dice López Quintás, “La unidad entre los hombres
adopta muy diversas formas a lo largo de la vida según la condición de los
ámbitos de convivencia que van creando entre sí”,
[53] y “Hay ámbitos que se asemejan a una
atmósfera que el hombre respira inconscientemente sin apenas concurso alguno de
su voluntad. Pero a medida que avanza el hombre en la vida y se hace adulto,
los ámbitos en que se mueve deben ser co-creados por él a una con el entorno”.
[54] Esto es importante porque de aquí se ve
que las tramas constituidas no se pueden formar por hombres aislados, o
individuos acotados. “-…el elemento fundamental de la trama constituida por la
vida humana no es el individuo, el yo acotado que se enfrenta al entorno
circunstancial que lo rodea y delimita y a veces acosa, sino el complejo
de ámbitos que surgen en el encuentro del hombre con los seres capaces de
co-crear relaciones elevadas de convivencia”.
[55]Al respecto se puede mencionar el
análisis que hace Francis Alÿs sobre México y la forma de vivir sus espacios,
como puede ser una persona que transporta hielos deslizándolos por la banqueta,
o cómo se acomoda la gente en la sombra que proyecta el asta bandera del
Zócalo, lo mismo que el acto de mover un ‘diablito’ por un mercado, acciones
algunas de ellas irreales o inventadas tomadas a partir de hechos reales
similares, que intitula “algunas veces hacer algo no lleva a nada”, lo cual nos
hace reflexionar la forma como vivimos nuestros espacios y objetos, y los conquistamos
creativamente o no.
El hombre está en constante y tensa apertura hacia el
entorno, de hecho el ser del hombre se da en esta relación con todos y
encuentra su plenitud al entrar en una dinámica creadora de ámbitos con su
entorno y con otros hombres: “El hombre llega a ser plenamente tal cuando
supera la soledad de la retracción egoísta y altanera para potenciar su ser en
la tensión creadora de unidad comunitaria.”
[56] De aquí se puede comprender por un lado
que la finalidad de la ciudad y de la planeación urbana es la plenitud del
hombre, la cual se logra cuando se vuelve uno comunitario, y por otro que la
formación de las ciudades depende del grado de unidad y conformación de la
comunidad, no únicamente del mobiliario que conforma las urbes, sino ante todo,
de la forma creativa como la comunidad se entrelaza y ordena sus espacios.
Para lograr esta unidad de las ciudades es necesaria una
relación de libertad entre sus individuos, “Esta unidad es un modo de
vinculación que no se gana de una vez para siempre, antes debe ser creado
incesantemente frente a las potencias de disolución. Tal labor es obra de la
libertad”. (LQ ), lo cual debe llevar
necesariamente a reflexiones más profundas sobre la esencia de la libertad y
cómo se puede desarrollar ésta, en tanto que los espacios contribuyen o inhiben
la libertad del hombre. López Quintás afirma que “Ser libre no es hallarse en
disposición de elegir arbitrariamente entre dos o más posibilidades, sino de
opta por la posibilidad que implica la vía más fecunda para el despliegue del
propio ser visto en su plenitud de implicaciones. Ser libre no significa
moverse con el desenfado propio del hombre desarraigado que ha cortado amarras
con el mundo entorno, sobre todo con el mundo de los valores. Ser libre es
crear vínculos nutricios, fundar ámbitos de convivencia, comprometerse con la
realidad que envuelven al ser humano y le confieren su plenitud de sentido.
Consecuentemente, la libertad va en el hombre hermanada con la melancolía,
entendida no como un sentimiento decadente de nostalgia inactiva, sino como el
impulso irreprimible del ser humano hacia cotas de perfección. Este impulso es
eminentemente constructivo por cuanto no construye la mera versión al exterior
de la capacidad imaginativa de crear ficciones y proyectos, antes responde a la
inserción originaria del hombre en un complejo de ámbitos cargados de
fecundidad en orden al desarrollo de un ser.”
[57]
Dicho sea de paso, hay autores como Hegel que consideran que
el motor de la historia es la libertad y la toma de conciencia que las
civilizaciones hacen de ella, por lo cual uno puede leer la historia de las
ciudades y del urbanismo, como la forma en que las ciudades encarnan la idea de
libertad que han desarrollado. Así, parece que toda historia del urbanismo
debería ser la historia de la humanidad y su forma de comprender la libertad y
el encuentro con el mundo y los demás.
La unidad y la formación de ciudades
Los ámbitos se fundan, porque el hombre está en una
singular posición respecto a los seres del entorno.
[58] Los seres humanos vamos al encuentro con
el mundo y a la búsqueda de otras personas con la esperanza de llegar a una
unidad en donde no queden limitadas o ahogadas sino que sean exaltadas nuestras
potencialidades. El ser humano no es egoísta por naturaleza, sino que es un ser
en búsqueda de unión con los demás, y en este encuentro se da su desarrollo
autónomo y de persona, “La autonomía humana no la posee el hombre por ley de
naturaleza debe conseguirla rompiendo los estrechos moldes de su individualidad
y abriéndose a los seres del entorno. Cuando estos seres son valiosos y poseen
cierta capacidad de iniciativa, tal apertura es creadora y enriquece al
hombre”,
[59] sólo así, en este encuentro queda al
descubierto el verdadero ser profundo de quienes se encuentran. Por eso la
importancia de que haya “trato” entre las personas, para poner en juego el
propio ser en la elaboración y desarrollo de proyectos comunes de vida, que es
tanto como decir de ámbitos comunes de existencia.”
[60]
Las afirmaciones anteriores serían puestas en duda por
algunas corrientes filosóficas. En el siglo XVII el filósofo Thomas Hobbes
propuso una visión egoísta del ser humano y la desarrolló en su obra el
Leviathan, en la cual nos describe a un hombre que está envuelto en deseos por
la misma cosa, y que por no poderla poseer, se vuelven enemigos, razón por la
cual tratan de aniquilarse o sojuzgarse unos a otros, esta visión de hombre se
traduce en una forma especial de arquitectura, en la que “si alguien planta,
siembra, construye o posee un lugar conveniente, cabe probablemente esperar que
vengan otros, con sus fuerzas unidas, para desposeerle y privarle, no sólo del
fruto de su trabajo, sino también de su vida o de su libertad.” (Thomas Hobbes)
(Lámina 9 Thomas Hobbes)
“Dada esta situación de desconfianza mutua, ningún
procedimiento tan razonable existe para que un hombre se proteja a sí mismo,
como la anticipación, es decir, el dominar por medio de la fuerza o por la
astucia o todos los hombres que pueda, durante el tiempo preciso, hasta que
ningún otro poder sea capaz de amenazarle”, afirmaba el filósofo Inglés quien
nació en 1588 en Westport, se dice que en un parto anticipado por el terror de
su madre ante la aproximación de la escuadra española a las costas inglesas,
por lo cual Thomas Hobbes dice en su autobiografía que su madre dio a luz dos
gemelos: al miedo y a él. Hobbes vivió en medio de un clima revuelto de
revolución en Inglaterra, el tránsito de la monarquía absolutista a la
monarquía parlamentaria se sucedió con muerte y sangre, por lo cual,
probablemente Thomas Hobbes desarrolló esa concepción del hombre, según la cual,
“…los hombres no experimentan placer ninguno (sino, por el
contrario, un gran desagrado) reuniéndose, cuando no existe un poder capaz de
imponerse a todos ellos. En efecto, cada hombre considera que su compañero debe
valorarlo del mismo modo que él se valora a sí mismo…”.
Según Hobbes, existen tres causas principales de discordia:
la competencia, la desconfianza y la gloria, esta actitud egoísta y de estado
de guerra del hombre la veía Hobbes sobre todo en sus príncipes y reyes, pues
“…en todas las épocas, los reyes y personas revestidas con autoridad soberana,
celosos de su independencia, se hallan en estado de continua enemistad, en la
situación y postura de los gladiadores, con las armas asestadas y los ojos
fijos uno en otro. Es decir, con sus fuertes guarniciones y cañones en guardia
en las fronteras de sus reinos, con espías entre sus vecinos, todo lo cual
implica una actitud de guerra. Pero como a la vez defienden también la
industria de sus súbditos, no resulta de esto aquella miseria que acompaña a la
libertad de los hombres particulares” (Hobbes )
La visión del hombre de Hobbes describe tan sólo un aspecto
de la naturaleza humana, y tal vez no el más esencial. Hay quienes consideran
que es un hecho primigenio que el hombre necesita estar en relación con otros
hombres. Casi se podría afirmar que el origen del hombre se da en forma de
encuentro en el aspecto filogenético y ontogenético con otros hombres,
[61] si no existiera este encuentro con los
demás hombres no podría sobrevivir el ser humano, lo cual contradice las tesis
de Hobbes, al respecto recuerda López Quintás la anécdota de que por indicación
de Federico II de Prusia se hizo el experimento de cuidar a un bebé en el
aspecto biológico sin establecer con él ningún género de contacto o trato que
pudiese implicar –explícita o tácitamente- alguna forma de lenguaje. El rey
Federico II de Prusia quería formar soldados fuertes sin ningún sentimiento, y
para esto no debían tener ningún contacto de ternura, sino sólo una simple y
llana alimentación. El niño no superó la prueba y pereció.
[62] Este fenómeno lo clasificó Spitz como el
caso de la Hospitalización y nos muestra cómo el hombre no puede vivir en una
sociedad si no hay un encuentro entre personas y un vínculo de amor que lleve a
una unidad, la cual estará siempre en vías de perfeccionamiento.
(Lámina 10 Imagen de Federico II de Prusia)
La pregunta que surge ahora es cómo se deben de comportar
los seres humanos para que se de esta unidad y encuentro, cómo se deben
relacionar los seres humanos en una ciudad para que se generen ámbitos de
encuentro, y no se obstaculice su reunión. Sabemos que el trato con las
personas supone distancia, lo suficientemente amplia para fundar un campo de
intercambio, pero también lo bastante corta para que no degenere en
alejamiento, pues la forma más intensa de presencia posible entre los seres
humanos no se da con la fusión, sino que se da cuando existe el diálogo,
“sostenido a distancia de perspectiva”.
[63] Se trata de una discreta distancia que
permita la vinculación eminente que el hombre gana a través de la comprensión
mutua y la colaboración en tareas de interés común”.
[64] Esto nos lleva a la tesis sostenida por
Edward T. Hall en su obra la Dimensión Oculta. En este libro Hall menciona los
distintos tipos de acercamientos y alejamientos que tenemos los animales y los
hombres para acercarnos o alejarnos y convivir, la cual llama Proxemia. Es
interesante que aun cuando Hall menciona una parte biológica de la Proxemia,
asegura que dicha proxemia es Cultural en el caso de los hombres, como por
ejemplo en los pueblos árabes hay más acercamiento entre la gente que en los
nórdicos europeos.
La proximidad corpórea puede generar situaciones de
encuentro o separación, pues en los caso de que haya amor, puede haber una gran
proximidad, y una distancia que no se violenta, ésta distancia no se mide en
centímetros, sino que se mide en grado de compenetración entre las personas,
por eso cuando López Quintás dice “El amor más acendrado se da cuando la
tensión suprema hacia la unión no diluye los límites de la personalidad de los
amantes, antes los subraya mediante una actitud de respeto. El amor surge a
distancia reverente de perspectiva porque la unidad que persigue como una meta
no es unidad de fusión, sino de integración ambital.”
[65] tiene que notarse que se refiere a una
distancia no física, sino de los encuentros entre individuos. Lo mismo se
aplica para los casos de la separación de los hombres, en la que dice que la
anulación de la distancia, la masificación, genera una situación de ruptura
entre los hombres, “Si los hombres se quisieran <
>…
cesaría automáticamente su amor, porque éste, rigurosamente hablando, sólo
florece entre seres que no pueden diluir su personalidad irreductible en modo
alguno de unión fusional, que es muy intensa pero impropia de los seres
personales en cuanto tales.” (LQ p. 192) pero tal unión no se refiere a algo
físico.
La fuente de la unidad se da cuando hay un sentido común de
construcción, dice López Quintás, y frente a la idea contemporánea que afirma
que la verdadera unión de los hombres se da en la unidad de fusión, y afirma
que “urge advertir que los modos más altos de correlación entre los hombres se
logran a través de los ámbitos de convivencia que ellos fundan esforzadamente
entre sí. Nunca se sienten los hombres más intensamente vinculados que cuando
participan activamente en la fundación de algo que les atañe en lo más profundo
de sí mismos. (LQ p. 193) “Si la persona humana se desarrolla en la fundación
de ámbitos, ninguna labor unirá a los hombres más profundamente que ésta.” (LQ
p. 193). No quiere decir que la realidad cambie, sino que es la acción del
individuo la que genera este cambio de situación de encuentro a una situación
de distanciamiento, para caso habla López Quintás del instinto sexual y cómo
puede generar la anulación de límites en el amor, y las de odio y radical aversión.,
pues la voluntad de posesivo dominio es diferente que el afán reverente de
crear ámbitos de comprensión y convivencia. “La persona del otro es considerada
como medio para un fin y rebajada a la condición de instrumento. Si éste
<>, como sucede a un motor –cuyo sentido se agota en servir
para un determinado fin-, el impulso ciego a la unión se truca en aversión
automática a causa del choque violento que significa para el hombre egoísta la
imposibilidad de alcanzar sus propósitos” (LQ p. 193).
La teoría del ámbito se relacióna con la teoría de la unidad
amorosa entre las personas, esto es, una unidad del desinterés, de la unión
ente seres por lo que valen como personas: ¿cómo se da la unidad de ámbito
entre los seres humanos? “el amor auténtico se enciende a la vista de los altos
valores que ostentan los seres amados, y estos valores sólo pueden ser
comprendidos si se adopta ante ellos una actitud de generoso desinterés
–opuesto a todo afán de convertirlos en medio para un fin- y se compromete uno
con ellos en el desarrollo de una tarea común elevada.” (LQ p. 193-194) Según
esta postura, una ciudad tendrá mayor desarrollo de ámbito cuando su grado de
cultura y unión social sea mayor, cuando tengan mayor compromiso y mayor trato
desinteresado entre ellos, pues “cuanto hay de grande en el universo surge por
la vinculación de seres que se respetan lo suficiente para no fundirse y se
aman lo necesario para mantenerse en constante proximidad. El encuentro
verdadero no conduce nunca al despojo, a la manipulación egoísta y altanera del
otro, antes se da en un clima de serena aceptación mutua.” (LQ p. 196). Este es
el sentido del encuentro entre los seres humanos y el entorno, es el punto en
el que “… el ser contemplado nos dice algo debido a su valor interno, y este
descubrimiento halla en nosotros comprensión y respeto.” (LQ p. 194), pues
“Sólo a la distancia del respeto florece el amor que funda intimidad mediante
la creación de ámbitos rigurosos de encuentro”. Así, se puede comprender que la
unidad del ámbito supone el encuentro de un valor; “Únicamente puede cofundar
ámbitos aquello que encierra un valor, y todo valor es algo originario,
irreductible, inédito…” (LQ p. 194)
La teoría ambital y la conformación de las ciudades
Con lo anteriormente expuesto llegamos al punto central de esta investigación:
la creación de las ciudades y el papel del hombre en este desarrollo, para lo
cual hay que comenzar con la frase que lo compendia todo: “El hombre es, en su
más profunda esencia, un constructor de ciudades”.
[66] La idea de ciudad es que su origen está
en la célula viva de la ciudad, esto es, “la morada individual del hombre que
se acoge a ella, se delimita entre sus muros para ganar la libertad perdida en
la amplitud sin horizonte del <
>”.[67]
Por eso Citadelle expera que “el hombre habita, y que el
sentido de las cosas cambia para ellos según el sentido de la casa>>.
[68]
Llegamos así a otro concepto relacionado a la idea de
habitar, la idea de
Orden, toda ciudad implica un orden: “La ciudad trae
el amparo del orden, la concentración que proporciona el límite entendido como
una forma potentísima de cobijo. Ante el caos de una cultura atravesada por mil
corrientes, desorientada hasta el desamparo, Saint Exupéry exalta el valor de
la ciudad como símbolo de lo robusto, lo arraigado, tierra buena en que
<
>”.[69] El orden lo va definiendo cada ciudad de
acuerdo a la manera como se vayan dando los encuentros entre todos ellos.[70] Para que el hombre se instale en un
espacio lleno de sentido, es necesario que no haya fuerzas disolventes, sino
acogedoras, debe instaurarse el orden sobre la complejidad mundana. ¿cómo se
instaura este orden? Según López Quintás por “la inserción dinámica de las
mismas (las realidades del mundo) en el proceso humano del despliegue activo de
la libertad y la personalidad.”[71] Nuevamente tenemos aquí una visión no
‘objetivista’ o ‘cosificante’ de una realidad que rebasa la comprensión
matemática: el orden no puede entenderse desde una formulación empírica, sino
que debe comprenderse desde una realidad vivencial, así, “Para el ser humano,
sólo está en realidad ordenado aquello que juega o puede jugar un papel en la
dinámica de su existencia”,[72] así, desde esta perspectiva filosófica
“… todo estudio del espacio lleva a su flanco un elogio del orden, entendido en
el sentido positivo, eminentemente activo, de ordenación.”.[73] Esto produce un círculo de comprensión
interesante “el dinamismo de la vida humana confiere una ordenación y un
sentido al espacio, y el espacio vitalmente estructurado hace posible y postula
una vida con sentido.”[74] Y la fuerza central o punto de partida
radial de esta existencia activa y creadora es el hogar. Este punto de partida
es a la vez, punto de llegada. “A este carácter de punto de partida y punto de
llegada que tiene el hogar se alude cuando se afirma que el hombre debe
enraizarse en el espacio, expresión que tiene un alcance mucho más hondo que el
de la mera radicación en un punto determinado del universo”.[75] El papel creativo del hombre en la
fundación de espacios, ámbitos, hogar, encuentros, nos permite llegar a
proponer el papel que tiene la persona en la fundación de la ciudad y de los
distintos espacios habitables que lo contienen, “Cada hombre es el centro
ineludible del universo en cuanto constituye el punto de arranque de un
quehacer creador de ámbitos personales. Más que la amplitud, importa ahora la
calidad. Más que la universalidad, cuenta ahora la intensidad. Al hombre no le
viene dado sin más, como un don, su carácter de centro del cosmos. Debe
adquirirlo mediante su esfuerzo creador. El orgullo de rey de la creación cede
su puesto a una conciencia viva de responsabilidad. Ya no importa constituir
por ley natural el centro del universo, sino constituirse esforzadamente en
núcleo viviente de los ámbitos que van formando el complejo entamado de la vida
humana.”[76]
Este papel central del hombre en la fundación de este
‘cosmos’ no significa otorgarle el papel arbitrario y anárquico de quien
egoístamente quiera disponer de todo su entorno y destruirlo, “Ser el centro de
una constelación de realidades no es un privilegio, sino una tarea.”.
[77] Esta tarea es fecundísima y nunca
acabada. Gracias a este altísimo quehacer es que el ser humano se siente
verdaderamente acogido. Esta actividad se funda en vínculos con las personas,
con el medio ambiente y con el entorno urbano. De aquí toma López Quintás la
distinción que hay en Citadelle, en donde se habla de todos los grandes
espacios del palacio y que no son espacios abiertos y vacíos, sino lugares con
sentido, Saint Exupery termina por afirmar que el hombre es un ser que habita,
con lo cual rompe la idea de Sartre que deja con su existencialismo al hombre
en un lugar ahí arrojado, carente de límites. Similar a Sain Exupery está el
pensamiento de Heidegger quien habla del habitar como un aspecto esencial del
ser humano. Lo anterior le permite a López Quintás relacionar esta idea de
habitar, con su punto esencial que es el hogar: “El hogar es el centro del que
arranca los mil y un caminos que constituyen el entramado dinámico de cada vida
humana… Ver el mundo desde un hogar significa contemplarlo desde un nivel de
exigencias comunitarias.”
[78] Y toma las expresiones como heimisch que
es el ser acogido, algo ordenado, a gusto, con orden veracidad y comprensión,
lo cual habla de un hogar Heim. Y el hombre desamparado se siente unheimish, en
un clima de odio y desorden.
Es necesario comprender al hombre como un ser activo, no
pasivo, como un ser que debe elaborar su propio destino, pero este destino es
un destino de fundación de amistad, creación de lazos, establecer
interrelaciones. Aquí tenemos un nuevo término: La amistad. Que implica
creación de lazos, establecimiento de interrelaciones, fuente de plenitud, de
aquí que “en el habitar reside la paz.”
[79] Esto nos hace pensar en los desplazados,
los que deben romper amarras. Este es un gran drama.
(Lámina: Desplazados, desterrados, migrantes, encarcelados,
recluidos en campos de concentración o campos de refugiados)
Por esto se habla del drama de un campo de concentración
donde “Una y otra vez eran cortados en agraz violentamente tales intentos,
procurando, con medios refinados, trasmutar la connatural tensión hacia el amor
y la convivencia amorosa en movimientos de retracción y abierta hostilidad
hacia los compañeros de infortunio e incluso hacia sí mismos. La meta no era
otra que la destrucción de la personalidad de los prisioneros despertando
sentimientos de desprecio hacia la propia persona y la de los demás.”
[80] En los campos de exterminio no se
habitaba, término que indica la existencia arraigada en clima de amor. Se
prolongaba la vida en una situación penúltima , a medio camino entre el seguro
amparo perdido y un fin desconocido y hosco.”
[81]
Por esto menciona López Quintás que “El hogar se convierte
en el centro irradiante de una auténtica vida social”, puesto que “Habitar
viene a significar, así, un modo muy fecundo de arraigo conseguido
dinámicamente a través de la fundación de ámbitos de convivencia en torno al
núcleo primario de la familia”.
[82] De aquí que para el arquitecto y el
urbanista estos principios sean bien entendidos, pues “El arquitecto debe idear
sus obras creándolas en nombre de aquellos que en su existencia cotidiana van a
recrearlas constantemente, pues un espacio para ser vivo debe estar siendo
fundado a cada instante por las gentes que lo frecuentan. Nada ilógico que los
ámbitos –calles, patios, plazas…- creados por el pueblo a su ritmo, a lo largo
de años de existencia vivida con la intensidad contenida de las gentes
sencillas, ostenten una intensa belleza recatada que sobrecoge a los
arquitectos.”
[83]
Las ciudades deben entonces seguir un crecimiento más bien orgánico, no
artificial, es decir, un crecimiento que atienda al desarrollo pausado y
consciente de una comunidad, “Los ámbitos adquieren entonces un “clima”, una
atmósfera sólida que es fruto de la adecuación entre el espacio físico y la
sensibilidad espiritual. Por muy bellas que sean, una casa, una plaza, una
ciudad sólo adquiere clima de intimidad si a lo largo de los días se entrevea
creadoramente la vida de quienes las habitan con el entorno hogareño y
ciudadano.”
[84]
Los
espacios íntimos que se generan son fruto del
encuentro del hombre con su entorno, pues “La intimidad es el calor que irradia
el intercambio de la vinculación”.
[85] El papel de los arquitectos, es como
resumen, fundar ámbitos en los cuales se relaciones con su ‘cliente’, que en
realidad su relación es con una persona, y funden mutuamente un espacio de
sentido, un ámbito: “La tarea del arquitecto en cada momento de la historia es
fundar los ámbitos que el hombre puede de por sí recrear en su vida cotidiana,
lo cual no implica una servil adaptación al cliente, sino una sabia labor de
promoción del mismo hacia los modos de vida que el creador de ámbitos
arquitectónicos juzga más eficaces para el despliegue de las posibilidades
humanas. El arquitecto promocional que aspira siempre a metas más altas puede
correr en ciertos momentos el riesgo de la incomprensión, pero, si realiza su
obra al servicio del pueblo prescindiendo de intereses personales de
lucimiento, legará en todo caso una obra fecunda.”
[86]
Las ciudades y espacios arquitectónicos deben permitir la libertad creadora del
individuo y su desarrollo personal, una ciudad es el reflejo de su gente y la
forma que tienen de vivir el ‘encuentro’ y desarrollar ‘ámbitos’, “La frialdad
y rigidez de los ámbitos procede en gran parte de la actitud retraída, cerrada
y cómodamente pasiva de los habitantes.”
[87] De aquí la crítica que se hace en
Citadelle a los que viven como sedentarios sin abrirse a interrelaciones vivas,
y que se obstinan en poseer en vez de crear. , según Sain Exupéry, todo hogar
se ve amenazado por la potencias de dispersión, que anula la persona y genera
individuos que se agrupan en colectividades, y en lugar de haber formas de
unidad, los vuelve modos de posesión pasiva y rutinaria, “Todo lo
auténticamente humano debe ser ganado instante a instante de modo creador. “El
cedro se funda a sí mismo en cada momento. Así fundo yo mi hogar en cada
instante para que dure”.
[88]
Por lo anteriormente dicho se comprende que el ser humano se
desarrolla y logra como persona al crear ámbitos. Crear ámbitos va de la mano
del habitar. Todo lo grande requiere echar raíces en tierra firme, esto es:
habitar. Crear ámbitos va de la mano de crear espacios físicos, que son
expresión y cauce del dinamismo humano creador de ámbitos de convivencia.
[89] Estos espacios serán habitables cuando
puedan ser recreados por los hombres que los habitan en su vida cotidiana. Hay
ámbitos donde el hombre se encuentra a gusto y siente que se adecua sus necesidades
espirituales y su entorno. Hay espacios calles, plazas, etc, que generan un
sentimiento de armonía y equilibrio espiritual. ¿Por qué se logra esta
coordinación armónica? Porque se crean espacios que den albergue a la trama de
su existencia diaria, y convertir así en ámbito humano su espacio físico, “Nada
extraño que sintamos una impresión reconfortante de paz –que es fruto de
plenitud- al recorrer ciertos pueblos creados a tempo lento por sus habitantes
de modo orgánico, de dentro afuera, conforme alo iban exigiendo las urgencias
internas de crecimiento. El espacio desempeña en la vida de la comunidad un
papel análogo al que juega el tiempo en la melodía musical: ambos constituyen
un ámbito natural y necesario de despliegue.”
[90] Comprender desde esta óptica la creación
de ciudades y la labor de sus creadores, significa acercarse a la dimensión
humana de la ciudad y sobre todo de su gente, pues “Todo creador de espacios
físicos –el arquitecto, el ingeniero, el urbanista-, si realiza su labor
configuradora con vistas a promocionar la actividad humana creadora de ámbitos
de convivencia, contribuye eficazmente a modelar las formas de vida de sus
semejantes.”
[91]
La comprensión de la ciudad implica una postura sobre quién
es el hombre y cuál es su finalidad en la existencia, pues “el hombre es un ser
tenso a la fundación de nuevos ámbitos en colaboración con otros seres. Estos
ámbitos son tanto más robustos y valiosos cuanto más elevados son los seres que
los constituyen. La creación de ámbitos de diálogo es la actividad primaria y
más alta de los seres humanos”,
[92] y tales ámbitos se transforman en
espacios habitables, sean estos habitáculos, casas, plazas, oficinas o
ciudades. La plenitud del hombre está en ser persona, y la conquista de ser
persona se logra en los actos creativos, libres y autónomos que realiza el
hombre. Los espacios que se disponen para que le hombre conviva, son decisivos
para su desarrollo como persona y para la vida y coexistencia armónica de las
ciudades, por eso dice López Quinás que “El hombre logra su madurez de hombre
en la medida en que teje a su alrededor un entramado complejo de ámbitos que
ofrecen a su capacidad de acción el campo apropiado. He aquí de nuevo el
círculo fecundante según el cual el hombre crea ámbitos y éstos hacen posible
el pleno desarrollo de su vida”.
[93]
Las ciudades nos muestran la capacidad de la madurez de cada
pueblo, esto es la capacidad de generar ámbitos cordiales, unitarios e
interrelacionales, de aquí que siguiendo López Quintás afirme que “… la célula
viva de la ciudad es la morada individual del hombre que se acoge a ella, se
delimita entre sus muros para ganar la libertad perdida en la amplitud sin
horizonte del <
>”.[94]
CITAS
[1] Dentro de esta definición también están las
siguientes: “Lo urbano, en oposición a lo rural”, una tercera definición dice
que ciudad es el “Ayuntamiento o cabildo de cualquier ciudad” y finalmente se
habla de ciudad como el “Título de algunas poblaciones que gozaban de mayores
preeminencias que las villas”. Cfr. Real Academia Española.
[2] López Quintás, estética de la creatividad,
p. 197.
[4] “…piénsese en el espacio que crean los
edificios alineados convenientemente en torno a una vía pública, u ordenados
alrededor de una plaza, y, por el contrario, en el desazonante fenómeno de
succión del espacio que tiene lugar en los momentos límite en que se perpetra
un atentado contra un hombre” (y ejemplifica a Julio César). (LQ Estética de la
creatividad P. 185-186).
[5] LQ Estética de la creatividad p. 185.
[10] Aquí añade un ejemplo que viene en la p.
196. El ejemplo de la fuente que está en su libro
Begegnung und Bildung.
[11] Cfr. López Quintás p. 195.
[17] López Quintás, Alfonso,
Esética de la
Creatividad, p. 163.
[24] Este sentido de la vida es al que apela
Kant en su Crítica del Juicio cuando se habla de un orden en el mundo que se
capta por la belleza, por ejemplo.
[25] Por eso afirma López Quintás: “El hombre
confiere sentido a su vida merced a la capacidad que le otorga su inteligencia
de realizar hechos mediante la actuación de sus potencias y dar lugar a
acontecimientos mediante la apropiación creadora de los campos de posibilidades
que le ofrece la situación social-histórica en que se halla inmerso de modo
activo-receptivo.” (LQ p 165).
[28] LQ Estética de la creatividad 184.
[29] LQ p. 184. López Quintás toma la etimología
de Espacio en Alemán, Raum, espacio abierto en la espesura de un bosque para
establecer en él una morada, el cual se conquistaba mediante la roturación y el
esfuerzo físico. Según López Quintás este sentido se usa todavía en alemán al
usar la expresión aufräumen, geräumig.
[31] LQ Estética de la creatividad p. 184.
[32] Esta reflexión deja todavía la duda de si
no es posible pensar que el espacio físico influya sobre la actitud de las
personas.
[33] Los ámbitos son “más atmosféricos que
cósicos, y tan eficaces como inasibles con los sentidos… No se trata en modo
alguno de la mera acotación geométrica del espacio visto como el inmenso hueco
que alberga en sí las cosas que pueblan el universo.” LQ p. 186.
[34] El autor busca comprender éste fenómeno
desde un hecho fundamental: “la necesidad que éste (el hombre) siente de
albergar la experiencia de su vida –abierta a mil horizontes- en el seno
acotado de espacios bien definidos.” (López Quintás p. 183)
[35] Relacionando su pensamiento a la óptica de
Heidegger y Merlau-Ponty.
[38] LQ Estética de la creatividad p. 183.
[61] “Al nacer a medio gestar, el hombre tiene
la posibilidad de ser troquelado, moldeado, configurado por la realidad
circundante y convertirse en un ser dialógico incluso en su vertiente
fisiológica, no sólo en la cultural, social, ética, estética, religiosa. Este
troquelamiento es de tipo cuasi genético debido a su carácter decisivo e
indeleble.” (LQ p. 166).
[64] (LQ, Estética de la Creatividad p. 192).
[65] LQ La estética de la Creat p. 192.
[68] (Citadelle tomado de LQ p.l 198).
[70] por esto es interesante hacer notar que los
griegos tenían un límite de habitantes por ciudad y cuando lo rebasaban se
salían de ahí para fundar nuevas ciudades, pues sabían que superado cierto
número de habitantes, ya no era posible la forma de habitar y se acababa el
encuentro creativo entre sus habitantes y reinaba el desorden en sus
actividades.
[73] El tejido de interrelaciones constituye un
orden, y un sentido, estos son términos que la filosofía puede reflexionar y
sacar a la luz: el orden es una cualidad que tiene su origen en el hombre que
lo da. Es este encuentro entre mis intereses y la forma como están dispuestas
las cosas: estudiar la idea de orden de Montessori; por otro lado la palabra
sentido, apela a una finalidad, un generar un mundo desde un tiempo y espacio,
como la realidad de Mircea Eliade, así nuestro entorno nos habla de sentido
como cuando Hegel comenta que se pierde sentido si roban nuestros elementos que
quedan objetivados de sentido: una bandera, un signo, un lema, etc.
[94] López Quintás Estética de la creatividad,
p. 199.